Se nos rompe el cristal y únicamente queda lamentarse.

Entramos de repente, divididos, al lugar de los cambios,

al cuadro donde queda retratado

aquello que se va y nunca regresa:

un inmenso Jardín de las Delicias donde viven desnudos

las aves y los monstruos,

donde en un tiempo lento y sin motivo

siguen muriendo las desapariciones.

Por eso nuestro cuerpo no está entero.

(Frgmento de Los infraleves)

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© Alejandro Céspedes Díaz-Gutiérrez

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