NOTA EDITORIAL:
El lenguaje de las cosas mudas es un libro profundamente reflexivo que emparenta con la crítica literaria y la filosofía del lenguaje. Tomando como partida la famosa obra de Hugo von Hofmannsthal, Ein Brief, (más conocida como La carta de Lord Chandos), explora la crisis del lenguaje, la tensión entre el silencio y las palabras, y la imposibilidad de estas para expresar lo esencial de la experiencia humana. El libro es una meditación poética sobre la dificultad —y a veces la inutilidad— de escribir y de expresarse cuando la lengua parece no ser suficiente. Parte de una crisis existencial y estética que comparten poetas, filósofos y místicos: la impotencia del lenguaje para abarcar el mundo, para nombrar lo que verdaderamente importa o lo que escapa al discurso.
A través de múltiples referencias entrecruzadas (Valente, Blanchot, Cortázar, Baudelaire, Pavese, Borges y, sobre todo, Ciorán) Céspedes reflexiona de una forma extraordinariamente poética sobre ciertos aspectos fundamentales de la poesía:
La incapacidad del lenguaje para contener la experiencia. El silencio como ausencia y como posibilidad creadora, pero también como lenguaje alternativo: frente a la imposibilidad de decir, el silencio aparece como forma de expresión. No como vacío, sino como el verdadero lugar donde habita lo esencial, lo que no puede ser dicho.
La paradoja del poeta, la poesía como contradicción: el poeta escribe para intentar decir lo indecible. Habla mientras busca el silencio. Es una figura que vive en tensión, quiere expresar lo que no se puede expresar y en el intento encuentra su sentido y su conflicto.
El poema como experiencia incierta: el libro deja claro que la poesía no busca respuestas ni verdades absolutas. Es una forma de habitar la perplejidad, de aceptar que las preguntas tal vez no tengan respuestas. Subraya la fragilidad del sentido, del yo, de la escritura y del pensamiento entre la necesidad de escribir y la tentación de callar.
La escritura como fragmento: el poeta trata de recomponer el mundo con fragmentos. La escritura ya no busca unidad, sino que abraza lo roto, lo disperso, lo incompleto.
La escritura como forma de resistencia: a pesar de todo, el poeta sigue escribiendo. Aunque el lenguaje falle en su cometido, aunque el poema no redima ni cure, la escritura es una forma de oposición al olvido, al caos y a la muerte.
Crítica al lirismo vacío: Céspedes cuestiona la poesía autocomplaciente, artificiosa, la «literatosis», el «emocionalismo», «la escritura del alma». No se priva de realizar una crítica abierta al ego de los poetas y a la actual banalización de la literatura. Se burla de quienes hablan demasiado sin decir nada y de quienes convierten la poesía en una performance de ego; una burla que lleva sin piedad hasta sí mismo.
Con todo, la aportación más importante de El lenguaje de las cosas mudas, tal vez sea la desmitificación del poder absoluto del lenguaje, a la vez que abre un espacio donde el silencio, lo fragmentario y lo no dicho tiene también un gran valor estético y expresivo. Escrito aparentemente en forma de ensayo lírico, El lenguaje de las cosas mudas alterna poemas, aforismos, textos fragmentarios y citas en un tono que mezcla ironía, melancolía, lucidez crítica y un denso lirismo. «La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles». (Aldo Pellegrini).